Santiago García Echevarría nos ha dejado. Tenía 88 años, pero se le percibía, en todo, como si tuviera la mitad. El que fuera nuestro segundo presidente durante dos períodos cuatrianuales (2000-2008) descansa a buen seguro en el Lugar en el que él creía, porque ante todo era un hombre bueno.

Mis palabras de recuerdo y reconocimiento no quiero que sean tristes y melancólicas, todo lo contrario. Él era un emprendedor, un adelantado a su tiempo, que veía a la empresa y a la economía que giraba en torno a ella, como el único motor posible para lograr un cambio profundo hacia una verdadera igualdad entre los seres humanos. Quisiera por ello que recordáramos con alegría y esperanza a ese ser humano, dinámico, inquieto, luchador, en fin, provocador de conciencias.

Sus doctorados en las Universidades de Colonia y en la Universidad Complutense de Madrid marcaron su camino alemán, iniciado en 1958, para beneficio de nuestro país, al que ya veía entonces como futuro miembro de la Unión Europea. Buscó siempre, en sus cátedras en Barcelona y en Alcalá, pero también cuando trabajó en bancos y empresas, definir y aplicar una política económica razonable, humana, cercana a la gente, que sirviera para resolver problemas y no para crearlos, para unir y no para dividir, objetiva y no sectaria. Sus numerosas publicaciones, en alemán y en español, así lo demuestran. ¡Cuánto mejor nos iría hoy si quienes mandan le hubieran hecho caso!

Como Presidente de la Asociación Alexander von Humboldt España, además de Vertrauenswissenschaftler de la Fundación Alexander von Humboldt, entre otros muy relevantes méritos, premios y distinciones, quiso que nuestra asociación quedara contagiada de su dinamismo. La vio como una empresa plena de potencialidad y, en la medida de sus posibilidades, así la gestionó. Su mandato será recordado siempre.

Recuerdo que estando a solas con él en uno de nuestros Encuentros anuales cuando él era presidente, hablando del principal problema que tenía entonces y tiene nuestra querida asociación hoy, la escasez de becarios que regresan a España que desean formar parte como nuevos socios de la misma, me decía que teníamos que crear ilusión, no tirar el anzuelo a ver qué se pescaba, sino irradiar un halo de convencimiento que convirtiera en continuación natural del tiempo pasado en Alemania investigando, la pertenencia a la Asociación Alexander von Humboldt de España a su regreso.

Ese halo era una constante visibilidad científica de nuestra asociación y, sobre todo, de los logros de sus magníficos miembros, que debían culminar en el mantenimiento de nuestros encuentros anuales como seña inquebrantable de identidad, de unidad y de eficacia. No lo ha podido ver desarrollado exactamente como lo pensaba por causas totalmente ajenas a él, pero no se equivocaba al señalar el lugar exacto que debemos trabajar para conseguirlo.

Seguiremos trabajando en esa idea querido Santiago. Muchas gracias por tu amistad y apoyo. Descansa en paz.

Juan-Luis Gómez Colomer, ex - presidente.